Tener más de un trabajo se ha convertido prácticamente en el
día a día de multitud de jóvenes (y no tan jóvenes) españoles. Quizás esos
trabajos indefinidos de jornada completa a los que nuestros padres nos
acostumbraron
han desaparecido para siempre. Esto no es algo que decimos
nosotros, lo dijo a mitad del 2016 el señor Fernández Díaz , sin despeinarse.
El problema ya no es solo la inestabilidad laboral que
conlleva que los contratos no sean indefinidos, ni que por culpa de esto
despedir se haya convertido en algo tan económico como bajar al quiosco de
enfrente de casa a comprar un sobre de
cromos de la Liga. Tampoco creo que el problema sea que ahora cobremos menos,
que también (por mucho maquillaje que se haya empleado en la “subida” del SMI últimamente).
El problema es todo lo que conlleva en última instancia. La vida para todos los pluriempleados se ha convertido en su suplicio. En
primer lugar siempre estará el que dirá -“ ¡no te quejes tanto, que
tu encima tienes dos trabajos!” – claro, nos encanta tener dos trabajos. Nos
encanta tener dos nominas que seguramente llegan en momentos diferentes del
mes. Nos encanta no poder ver a nuestras familias y amigos porque cuando no
estás en un empleo, te toca trabajar con el otro; lo de librar ya casi, ni te lo plantees.
Tampoco creas que cuando libras es el momento perfecto para aprovechar y hacer
un montón de cosas que también son importantes para ti, puesto que cuando llega
ese día, estas tan cansado que lo único que puedes hacer es meterte en la cama
y esperar para al día siguiente ir al trabajo de nuevo (¡olvidad lo de
librar dos días a la semana, y mucho menos seguidos!).
No penséis que he terminado con eso, aquí llega
el tema estrella. ¿Qué ocurre cuando llega el momento pedir vacaciones para
verano? En realidad, esto acabará dependiendo de la buena fé de tus
responsables, pero es muy complicado poder sincronizar las vacaciones en ambos
empleos, hay más compañeros, hay que cuadrar horarios, y sinceramente, es muy difícil.
Así que, si eres pluriempleado, no descartes, que este verano te quedes sin
vacaciones reales. Quizás, estés trabajando en un empleo mientras son tus
vacaciones del otro y viceversa. Por último, es importante recalcar el hecho de que tener dos pagadores obliga a hacer la declaración de la renta sean cuales sean tus ingresos anuales.
Si alzamos la mirada al futuro, viendo que esto podría convertirse en habitual, atisbo un futuro desolador. Un futuro en el que el trabajo sea lo único que tengamos en nuestras vidas. Que veamos crecer a nuestros hijos a través de la súper cámara de 42 mpx de nuestro smartphone o mientras nos llama al trabajo para poder hablar un rato con nosotros ya que nunca hay tiempo para ir juntos al parque. Tenemos la tarea de hacer que la conciliación laboral y familiar pueda llevarse a cabo. Que no vuelvan a ser necesarios dos trabajos para poder llenar la nevera y pagar los libros de texto de nuestros hijos. Que no vuelva a ser necesario tener que pedir favores a compañeros para poder cuadrar nuestras vacaciones de verano. Que no vuelva a ser necesario tener que buscar un trabajo que pueda compaginarse con el otro.
Mientras que caiga el agua y crezca la hierba, el problema no serán solo los salarios (que también,
puesto que son necesarios para una vida digna y decente), no hay que dejar que
se olviden del sueldo emocional. Ese sueldo que te hace ser feliz realmente;
que te permite estar con tu pareja, con tus hijos, o con tus amigos y
desconectar después de una dura semana de trabajo. Ese sueldo quizás deberíamos
plantearnos mejorarlo. Trabajar para vivir
feliz. No vivir para trabajar.
Publicado por RC
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